El partido de ida por la final de la Copa Colombia entre Junior y Millonarios, en el estadio Metropolitano, registró un hecho repudiable protagonizado por los hinchas que se encontraban en la grada sur.

Sorpresivamente, para el inicio de la etapa complementaria, numerosos hinchas saltaron a la pista atlética y cancha del Metropolitano.

Los demás asistentes al encuentro, en primera instancia, no alcanzaban a percibir el origen del hecho.

De repente acudieron los cuerpos de socorro para asistir a varios aficionados que registraban heridas con armas blancas.

Fue entonces cuando el central bolivarense Carlos Ortega determinó la suspensión del reinicio partido hasta que fuesen evacuadas las personas que estaban invadiendo la cancha.

La Fuerza Pública tomó el control de la situación mientras los organismos de socorro evacuaban a varias personas heridas hacia centros asistenciales.

Lo indignante del hecho es que un grupo de aficionados de la grada sur se enfrentaron a puñal, como lo registran las imágenes, causándole heridas de consideración a quienes en forma pacífica presenciaban el encuentro.

Lo que nadie se explica es la forma como en el estadio Metropolitano ingresan hinchas armados, pese a los famosos “cordones de seguridad” que para los aficionados pacíficos le aplica la Policía Metropolitana.

Es la Policía Metropolitana en cabeza de su comandante quien debe responder el porqué esos hinchas que amenazaron con el espectáculo público ingresaron armados.

¿Qué pasó? La respuesta la tiene el Comandante de la Mebar, sin tantas excusas como acostumbran cuando ocurren estos graves hechos que atentan contra la seguridad ciudadana y el goce común.